(Nota: esta entrada es mi humilde contribución a la iniciativa de La Aldea Irreductible en contra de los recortes nacionales en los presupuestos de Investigación y Desarrollo)
Hace tiempo, Alianza Editorial editó un libro en el que un conjunto de autores españoles de reconocido prestigio respondían a la pregunta del enciclopedista francés Mason de Morvillieres ¿Qué se debe a España?, relativa a la contribución de España al mundo de la ciencia.
La pregunta incidía en que los grandes hitos de la ciencia han sido protagonizados por científicos de otros países, siendo muy pocos los científicos españoles que han destacado internacionalmente.
A tenor de las últimas noticias, en el futuro se deberá a España un poco menos.
Ha llegado la crisis, se ha gastado mucho de manera más o menos discutible y ahora se hace necesario gastar menos, por lo que hay que reducir partidas presupuestarias.
La reducción más fácil de hacer políticamente es la que afecta a la inversión en investigación y ciencia, cuyos beneficios son muy difíciles de explicar a la población porque se deben medir en períodos de decenas de años y los primeros que son incapaces de entenderlo son los que llevan las riendas del poder, que no pueden mirar más allá de los cuatro años de legislatura (y que además si miraran más allá probablemente no verían nada).
Quiero creer que los miembros del gobierno (de éste y de anteriores) con formación científica no estarían de acuerdo con ninguna reducción de presupuesto en investigación y ciencia, pero de qué sirve si los que deciden son políticos mediocres, no por sus pocos conocimientos científicos (entre otras cosas), sino por su incapacidad de ver la transcendencia que éstos tienen en el desarrollo de un país.
La única salida posible, no sólo a la crisis actual sino a las que vendrán en un futuro, es una apuesta decisiva por un cambio de modelo productivo (esto se ha dicho ya hasta la saciedad desde hace mucho, pero nadie tiene el valor, la capacidad o el conocimiento para empezar a dar pasos en este sentido).
La producción de automóviles en España, por ejemplo, esencial para el desarrollo industrial de este país y muchos miles de puestos de trabajo, está seriamente amenazada. La única medida que se toma actualmente es el pago de dinero público a empresas privadas para que se mantengan puestos de trabajo que tarde o temprano se van a perder.
Lo que hay que hacer es buscar medidas de futuro, basadas en la innovación, en cambios de modelos de producción y desarrollo para que cuando la situación sea insostenible poder reaccionar y crear nuevos puestos de trabajo, puestos de trabajo diferentes, basados en nuevos desarrollos que solamente serán posibles utilizando como base la investigación y la innovación.
Hace ya bastante leí el libro de Joseph Stiglitz, premio nobel de economía, “El malestar en la globalización”. En este magnífico libro, que desarrolla los problemas generados por la globalización del mundo (y también habla de sus ventajas bien gestionada), el autor toma como realidad establecida que la inversión en educación e investigación científica recoge sus frutos en unos años (desgraciadamente alguno más de cuatro, que es el límite temporal de la visión del político en España).
En asuntos fundamentales como este, ¿no es posible un pacto de estado?. Seguro que más de uno que observe el panorama actual en España acabará retorciéndose de la risa.
A título personal, comencé este blog con la intención de hablar de todo aquello relacionado con la empresa, el trabajo, el management, etc, que me pareciera interesante. Esta entrada, aunque no lo parezca, viene a confirmar mi intención, es imprescindible la innovación y el desarrollo científico para resolver los problemas que se nos van a presentar en el futuro, para que las empresas puedan innovar, para que surjan nuevas empresas y nuevos negocios.
No podemos dejar que inventen ellos, no podemos ceder en la carrera de acercamiento a los países más avanzados de Europa, no podemos caminar hacia atrás, no podemos usar las tijeras para recortar la ciencia en España.